Crónica del Dcode 2012: sábado (Esto es un festival)

La atmósfera de festival de los de verdad, de los de verano, fiesta, cerveza, cero preocupaciones, etc. se adueñó ayer sabado de un territorio poco propicio para ese tipo de placeres: nuestra querida/odiada capital. El Dcode tuvo de todo, y el que no se dejó ver ayer por los campos de la universitaria, simplemente se ha perdido una de esas que se recordarán por bastantes años. «Yo vi a The Killers en el Dcode». Algo así.

La organización, que estuvo de 10 en la primera jornada, se mantuvo a un nivel bastante alto a pesar de la marabunta que se les vino encima el sábado. Sólo falló lo de siempre: barras y baños se quedaron cortos en el momento algido, es decir, la espera entre The Kooks y los de Flowers (y es que no habia que estar en la barra, sino viendo a Capital Cities). A todo lo demas, una nota muy alta, y sobre todo a la gente de prensa que se portaron fenomenal e hicieron un gran trabajo.

Pero hablemos de musica. Nuestra primera parada era Django Django. Mis ganas de disfrutar con estos británicos que han encontrado el eslabón perdido entre los Beach Boys y Fatboy Slim eran enormes. Pues primera decepcion del dia, ya que el sonido era bajo y no tenia nitidez. La historia de siempre en este tipo de eventos, en la que a los teloneros de los teloneros se les condena a lidiar con un sonido muy por debajo del par.

Los chavales de Django Django, simpaticotes y con muchas ganas de agradar, solventaron la papeleta como pudieron. ‘Hail Bop’ y ‘Firewater’, dos temazos como dos soles mañaneros, quedaron chafados por acoples varios y el síndrome del sonido de bola. La guitarra no acababa de encontrar su sitio, pero entrados en calor los juegos vocales sí empezaron a funcionar, por ejemplo en ‘Waveforms’. Su mejor forma la encontraron los Django al final, con un ‘Default’ que mostró de lo que podrían ser capaces. Sólo puedo imaginarme lo que sería verles en un Arenal Sound o similar.

Sin tiempo para nada, me planté en el escenario Heineken para ver el comienzo de Lüger. Boquiabierto, asistí a once minutos seguidos de hipnótico jam, sin pausas ni para respirar. Un cruce entre The Doors, Led Zeppelin y Kraftwerk, en el que cada nota sonó a la perfección, y cada grito animal del cantante daba escalofríos. Sus discos ya debían haberme puesto alerta, pero es que no podía esperarme semejante directo. Son palabras mayores, y son de aquí, de casa. Hay que cuidarlos (lo que en Bandalismo prometemos hacer de aquí en adelante).

No voy a entrar mucho en el contraste que suponía pasar luego a Supersubmarina. Claro que en su campo, son efectivos y dan lo que sus nuevas legiones de fans quieren oír. Un set basado más en sus primeros éxitos, como ‘Ana’, que me sigue pareciendo su mejor canción. A continuación, The Right Ons hicieron lo que tan bien saben hacer, que es dar caña y diversión. Una alegría verles disfrutando en un gran festival como este.

El fenómeno fan iba in crescendo a lo largo de la noche. Unos grandes avezados en el género, como son The Kooks, dejaron claro que con un par de carreritas aceleradas de Luke Pritchard basta para hacer rugir a un publico entregado. Aparte de eso, musicalmente son bastante rígidos; increíble su poca soltura para versionar un tema que tenían a huevo como el ‘Pumped Up Kicks’ de Foster The People (momento de apoteósis maindiestream que sin embargo no supo a nada). Para un casi-cabeza de cartel, las guitarras sonaban demasiado estridentes y chillonas. Quizá se trataba de no hacerle ningún tipo de sombra a The Killers, pero con los sositos The Kooks poco peligro había.

De nuevo el contraste. Para sueltos, Capital Cities. Hipsterismo venido de Los Angeles en estado puro. Un frontman con barbaca modelo talibán, un chavalín haciendo posturitas y gustándose con [strike]el saxo[/strike] la trompeta… Cada uno de su padre y su madre pero los cuatro bailando y dando gusto con su rollo ultra moderno y retro ochentas al mismo tiempo. Que sí, que los ritmos (y no sé qué más) eran enlatados, pero sus voces sonaban bien empastadas, seguras, divertidas, y todo funcionaba como tenía que ser. Desde la versión del ‘Nothing Compares 2 U’ de Prince / Sinead O’Connor (eso sí que es marcarse un cover) a sus temazos ‘Kangaroo Court’ y el himno ‘Safe and Sound’, que fue el éxtasis para todos los modernos presentes en el Dcode.

Pero el éxtasis para el resto de mortales llegó con The Killers, que como buenos divos se hicieron esperar unos minutos, que luego recortaron de su actuación; set no muy largo y a lo seguro. Hit tras hit y karaoke de 20.000 almas para temas como ‘Somebody Told Me’, ‘Human’, ‘Mr. Brightside’, y sobre todo, ‘When We were Young’, temazo entre temazos y digno final de fuegos artificiales.

El señor Flowers quiere ser Bruce Springsteen pero le falta energía por todos lados. A ‘Read My Mind’, cerca del final, ya llegó algo falto de fuerzas. Lo que tiene es presencia, mucha. En realidad, exuda presencia. Todo lo contrario que su banda, que sobre el escenario son sólo el batería y dos buenos ceros a la izquierda. The Killers no estuvieron ni mejor de lo peor de lo esperado. Típico espectáculo de gran banda en el que todo es una máquina perfectamente engrasada. La única sorpresa fue una breve intro versionando el ‘Forever Young’ de Alphaville. No es el colmo de la originalidad pero dieron en el clavo, y quizá por lo poco esperado fue el momento más emotivo del concierto.

En suma, sensaciones de festival y de noche grande por todas partes, que hicieron que todo el mundo se fuera contento a casa. Más noches como esta necesita Madrid. Gran éxito en la segunda edición de este bebé que es el Dcode. Veinte mil personas ya esperan con avidez la edición de 2013.

Aquí puedes ver la crónica de la jornada del viernes.

Aquí puedes ver nuestro vídeo en vivo con Triángulo de Amor Bizarro.

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