Primavera Sound: viernes 30 de mayo

Viernes, el que resultó ser el día “más flojo” de todos. Queríamos ver, hacer y romper esto y aquello… Pero el tute del jueves y la lluvia nos jorobaron parte de la agenda. Hablando de lo cual, sabéis eso que dice todo el mundo, que al Primavera Sound uno va a posturear, ¿no? Pues hasta la naturaleza parece que se quiso lucir. Y es que después del temporal enfurecido que cayó el viernes a eso de las 18:30, salió un arco iris (doble, que es de los menos frecuentes, así, chuleando que da gustico), para felicidad de todos los hipsters presentes. Para que lo entendáis mejor: Primavera Sound + arco iris + Instagram = orgasmo hipstérico masivo. No os hacéis una idea del trauma. Por otro lado, y rozamos lo absurdo, creo que el aplauso más sentido, sincero y unánime ha sido el que se le dedicó a este fenómeno meteorológico.

Ah, y también solo vi el reflejo de los Orcos. ¡Alegría, alboroto, perrito piloto!

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Un mensaje al chico (simpatiquísimo, amable y majo el que más) que estaba sentado a mi lado y estuvo hablando conmigo todo el rato hasta que parara de llover… Si me estás leyendo: cambia de móvil, que ese iPhone diciendo que había sol mientras el mundo se hundía por la lluvia no puede ser demasiado útil. (Roby)

Y sin más dilación, lo que nos llevamos del viernes:

León Benavente (Sony)
Lo mío con León Benavente, al parecer, no puede ser. Al igual que cuando fui a su concierto en Málaga, tengo una caterva de problemas y, en este caso, apenas puedo verlos. Llego cuando ya están en su sprint final con ‘Ser Brigada’. Justo a tiempo para ver que, como siempre lo hacen, lo están petando. Y para emocionarme. Españoles: tenéis que verlos en directo. Todos. (Roby)

HAIM (Heineken)
No es ningún secreto el odio infinito que siento por las tres posers estas, así que la idea es ir a verlas para meterme con ellas, junto con mi amiga Alicia. Lo que ninguna de las dos nos esperábamos, era que después de dos canciones (‘Falling’ e ‘If I Could Change Your Mind’) las hermanas nos empezaran a molar. Lo cierto es que estuvieron impecables, y su postureo extremo contagia y transmite ganas de fiesta. Personalmente he de reconocer que me ha gustado muchísimo el bajo, que lo toca la de los caretos muy, muy, muy raros (Este). Definitivamente, mi gran descubrimiento del Primavera. Por cierto, al final ¿alguien ha descubierto si Alana llevaba algo debajo de la sudadera o iba aireándose? (Roby)

Slowdive (Sony)
Sinceramente Slowdive nunca me han llegado a enamorar, pero son de esos grupos que objetivamente consideras grandes. Así que un tanto emocionada voy al Sony. Ya sabéis, no es que puedas ver a Slowdive todos los días. Sobre todo porque llevaban separados casi 20 años. Las personas a mi alrededor tienen los ojos cerrados, se dan la mano, una pareja se besa de una manera dulce y tierna, un beso de los que se dan por amor y no por calentón.

Pero mi realidad es otra y por más que me vea obligada a reconocer la grandeza musical de este grupo, a partir de la segunda mitad de ‘Slowdive’ (el segundo tema) ya me muero del aburrimiento. Ni siquiera el Voltarén consigue que la música me transporte. Es más, la sensación de flotar se transforma de repente en otra de estar hundiéndome en la miseria. Lo siento, señores, pero el hecho de que sean míticos y grandes no es suficiente. He leído por ahí que alguien los ha definido como los grandes triunfadores del viernes. Chaval: yo también quiero de eso que tomas tú, tiene que ser una flipada. (Roby)

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Sharon Van Etten (ATP)
Sharon Van Etten la conocí gracias a su tercer disco, Tramp, en el cual dejó grandes perlas como ‘Serpents’, y aunque su música no es (por desgracia) tan oscura como vaticinaba el single, era una de las artistas que más quería ver en el PS. Aunque el folk de Van Etten está más recomendado para escenarios pequeños o salas, la neoyorkina no se achanta en el ATP, logrando una actuación admirable y muy interesante para los fans de su música.

Saca a relucir toda la melancolía y la tristeza que caracterizan su voz con joyas de su último LP, Are We There, como ‘Tarifa’ y ‘Your Love Is Killing Me’, elegida para cerrar su performance. Sinceramente, se me acaba haciendo un poco  largo y algo repetitivo (lo cual no quita que todas y cada una de sus canciones sean enormemente preciosas por separado). Quizás es por el horario, que uno antes de The War On Drugs y The National quiere algo un poco más movidito. En todo caso, Van Etten es un acompañamiento de lujo a una charla con los amigos sentados sobre la hierba. (David)

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The War on Drugs (Pitchfork)
Lejos quedan los tiempos en los que Kurt Vile aunaba fuerzas con Adam Granduciel, pero si el Wakin on a Pretty Daze del primero fue uno de mis discos favoritos del año pasado, el Lost In Ihe Dream de The War on Drugs no se queda muy atrás. Con muchísima más distorsión que en sus discos, Granduciel y compañía se despachan a gusto con esa mezcla entre el rock americano y el pop, llena de delays y sintetizadores. Hits como ‘Red Eyes’ o ‘An Ocean In Between The Waves’ suenan con una fuerza y energía que multiplica sus versiones de estudio. Lástima no poder quedarme hasta el final, pero con lo grande que es el recinto, es casi imposible llegar a todo en buena posición pretendiendo no perderse algo. (David)

The National (Sony)
The National. Ellos, para mí, son el plato fuerte del Primavera Sound. Los que más he esperado, los que más he querido ver, por los que muero de #hamor. Fijaos si soy fan fatale, que decido sacrificar a Pixies y, peor todavía, a The War On Drugs, para coger buen sitio.

Abren con ‘Don’t Swallow The Cup’ y ‘I Should Live In Salt’ entre aplausos y coros del público. Matt Berninger se dirige a nosotros y se empieza a oír el ruido de las primeras bragas cayéndose.

Los de Ohio quieren que les recordemos para siempre: traen un setlist inmejorable en el que no faltan temas de su ya  emblemático High Violet, pero también de trabajos menos conocidos como el Alligator y, sobre todo, del Boxer. De éste tocan verdaderos tesoros como ‘Mistaken For Strangers’, ‘Green Gloves’ y ‘Fake Empire’. Matt pasea, se retuerce, se da microfonazos en la cabeza y cuando no se golpea a sí mismo, le da a cualquier cosa que pille. Un concierto divertido y emotivo que no deja a nadie indiferente. Un concierto en el que el amor serpentea entre el público y yo tengo a la guiri que está a mi lado chillándome «I like you! I like you!» porque me sé las letras y le parece extraño y molón. Creo que quieren hacerse perdonar el no haber ofrecido un concierto en Barcelona en esta gira y en la lista que nos han preparado hay un montón de canciones de su último trabajo, Trouble Will Find Me.

El sonido se comporta durante todo el concierto… Hasta que llegamos a ‘I Need My Girl’, uno de los temas más bellos y musicalmente más delicados de todo el último LP. En ese momento me acuerdo de los técnicos y de sus antepasados, ya que prácticamente solo se oían los las notas graves, distorsionando y estropeando así la melodía dulce y suave de la canción. MUERTE Y DESTRUCCIÓN.

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Pero la cosa no termina aquí. Qué va. También hay invitados especiales, como Justin Vernon durante la espléndida ‘Slow Show’ o Hamilton Leithauser y Paul Maroon (exmiembros de The Walkmen) en ‘Mr. November’, momento en el cual Matt vuelve a darse un baño de gente como si no existiera mañana.

Se despiden con ‘Terrible Love‘, después de una hora y media intensa y divina. Nos dicen adiós y me pregunto por qué no son como The Cure, por qué no hacen un concierto de tres horas ellos también. Pero el concierto se ha acabado. Y ahí estoy yo, aturdida e incrédula, casi desorientada. Con esa sensación a medio camino entre la euforia y el vacío existencial. Ya no sé qué sentir, no puedo ni moverme. Así que ahí me quedo, de pie, mirando al escenario, y lo único que se me ocurre es: «¿cuántos micros ha roto Matt?» (Roby)

 

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