Crónica: Ángel Stanich (Joy Eslava, 13 de febrero)

Stanich 2

La primera vez que escuché la voz de Ángel Stanich, iba en el coche con mi padre de camino a Madrid. Recuerdo que nos miramos mientras nos reíamos y nos preguntábamos ¿qué es esto? Aun así no cambiamos de emisora, sino que dejamos que fluyera la música. Reconozco que no me quedé perpleja de primeras, pero sentí una curiosidad insaciable que me hizo seguir investigando sobre este músico hasta que su escurridiza voz se asentó en mi cabeza para no volver a salir de ella.

El viernes 13 de febrero allí estaba yo, plantada en la Joy Eslava, expectante por ver y escuchar esa misteriosa voz que entonaba himnos un tanto extraños, pero himnos al fin y al cabo. Puntual y solitario apareció Stanich sobre el escenario de la mítica sala madrileña, con su guitarra rasgando los acordes de su ‘Amanecer Caníbal’ al que ponía ritmo con el taconeo de sus botas. Alto, delgado, con unos pelos de envidia, se movía de forma tan extraña que parecía que en cualquier momento se fuese a romper. Seguidamente, sin detener la música fue apareciendo la banda. Y qué banda, oye. Alex Izquierdo al bajo, Víctor L. Pescador a la guitarra, y Lete G. a la batería. Y a la vez que aparecían ellos lo hacía también uno de los temas que presentaba en directo por primera vez: ‘Mojo’. Privilegiados nosotros que escuchamos en primicia y en directo este nuevo tema. Seguidamente un poquito de calma con ‘Miss Trueno 86’, para luego trasladarnos a ‘El Cruce’.

Quiso rendir homenaje a uno de sus artistas de referencia, como es Mark Lanegan, tocando una versión de ‘Bleeding Muddy Water’ que sonó de perlas. Llegaba la hora del tema que da nombre a su disco, ‘Camino Ácido’ para el cual contaron con la presencia del gran Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly) a los teclados que junto con los que ya ocupaban el escenario y la voz de Stanich creaban la sintonía perfecta.

Ahora pedía silencio, «porque esta canción empieza muy bajito», y dicho y hecho: silencio absoluto en la sala. El coyote empezaba a pillar al correcaminos con la armónica dando forma a ‘La Noche Del Coyote’.

A continuación Stanich nos decía «vamos con una parábola sobre el hijo de Dios» y así arrancaba ‘Jesús Levitante’, tan inmensa y única que te deja hipnotizado mientras la escuchas. Pero es que tras ello llegaba el turno de levitar con María, marcándose para ello una versionaca marca Stanich de un clásico como ‘Proud Mary’ de Creedence Clearwater Revival, que de haber estado allí John Fogerty, os digo yo que le hubiera puesto un sobresaliente al santanderino. Poco a poco, andando por este camino ácido nos íbamos encontrando con todos los personajes que lo protagonizan, y ‘El Outsider’ era el siguiente en aparecer.

Sin título

Ya habíamos escuchado uno de los dos temas inéditos que se presentaban esa noche, pero faltaba el segundo. Y ahí estaba, un ‘Carbura!’ que empezó a inundar la sala con un público abstraído en la extraña pero a la vez atractiva voz de Stanich. Todos a una carburando juntos. Ahora necesitábamos un respiro y la banda salía del escenario para regresar con un encore de lujo encabezado por su ya mítica ‘Mezcalito’. Un temazo de los grandes, que hizo temblar hasta los cimientos de la Joy Eslava gracias a la energía desprendida tanto por parte del público como de la banda. A continuación Stanich le pedía a Alex Izquierdo que diera comienzo a la siguiente canción gracias a sus dotes de corista, y así empezaba ‘El Río’. El cantante decidió rematar la faena con su himno por excelencia, protagonizado por un personaje al que todos los que estábamos en esa sala conocemos muy bien y terminamos de conocer aquella noche, hablo por supuesto de ‘Metralleta Joe’. «Id haciendo hueco que voy a saltar», y efectivamente los últimos acordes ácidos de la noche los derrochó entre el público, que le iba abriendo camino y haciendo un pasillo. Desde las alturas solo se veía una gran melena abriéndose paso guitarra en mano. Una forma espectacular de cerrar esta noche, que acabó con Ángel y Víctor por los suelos y un público estallado en aplausos.

No faltaron los agradecimientos a Javier Vielba, ni el recuerdo del cantante de la primera vez que actuó en la Joy Eslava haciendo de telonero para Corizonas. Ni las «lucecicas» que no dejaban ver a Stanich toda la gente que había acudido a su encuentro. Ni los acordes ácidos, ni los personajes siniestros y misteriosos que cobran vida en sus canciones cuando las canta… Ni una banda gigante que hizo de una noche de un 13 de febrero cualquiera, algo inolvidable.

Más fotos, en nuestro Facebook.

Puntuación de los lectores

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.