Crónica: Sexy Zebras + Correos (Joy Eslava, 7 de mayo)

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La Joy Eslava estaba advertida por delante y por detrás, por arriba y por abajo, en todos los idiomas y por todas las redes sociales: el día 7 de mayo unos tales Sexy Zebras la iban a liar pardísima y a reventar sus paredes.

De abrir la noche se encargaron los donostiarras Correos, que acaban de publicar su tercer trabajo, que contiene temas con estribillos tan pegadizos como ‘Todo el Mundo Necesita Un Corazón Salvaje’ y ‘Rubicón’. Y ojo a estos vascos, porque están pegando muy fuerte en la actualidad musical del panorama indie patrio.

El concierto de los Sexys, comenzaba rompiendo el tópico de que después de la tormenta viene la calma, porque con estos tíos ocurrió todo lo contrario. Sumidos aún en la oscuridad de la Joy Eslava empezaban a sonar los silbidos de su tema inicial ‘Intro’, tema de apertura del trabajo que nos venían a presentar, Hola, Somos Los Putos Sexy Zebras. Y entonces: preparados, listos, fuego. José Luna, su torso desnudo y su guitarra, aparecían en el escenario dando lugar a los primeros acordes de la noche, los de ‘Babilonia’. Tras él, Samuel Torio y Gabi Montes emergían de la oscuridad para terminar de darle forma a este sugerente tema. Y sin pensárselo dos veces, acababan con este para arrancar ‘Salvajes’, que trajo consigo los primeros pogos de la noche gracias a su estribillo incitador a la locura: «todo esto es un desfase, vamos a bailar salvaje». Y vaya que si se bailó salvaje…

También hubo tiempo de «volver a la selva», con canciones como ‘Libres’, ‘Vagabundos’, ‘Caníbales’ o ‘TNT’. Estas se hicieron con la parte central del espectáculo y con mucho gusto fueron recibidas por un público hambriento de ese rock sucio y enérgico propio de la banda. Entre medias escuchamos ‘El Perro Jeffrey’, que quizá nos sirvió para recuperar el aliento y dejar que corriera un poco el aire, que con la mezcla de humanidad allí presente, se agradecía un poco de brisa).

Pero como ya hemos dicho, la formación madrileña no quería que parásemos ni un segundo y nos lanzaron ‘Semental’, otro de los temas que formó importantísimos pogos en las primeras filas, así como una lluvia de camisetas y otros objetos voladores no identificados. En la siguiente, ‘Vivos o Muertos’, José aprovechaba para colocarse una GoPro en el pecho y lanzarse a lo loco entre el público. Por un momento llegué a temer por su vida, pero a los segundos le vi asomar una mano y supe que estaba vivo. Seguimos la fiesta.

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Llegaba el turno de ‘La Flaca’ (pero no la de Jarabe de Palo) y después locura máxima y el total descontrol con ‘La Máquina’. Mientras tanto yo -como quien no quiere la cosa me iba echando para atrás para no morir aplastada- aunque el inicio de este tema es más rápido que un pestañeo, así que casi ni me dio tiempo. La gente entonaba con rabia el estribillo mientras los putos se retorcían dándolo todo sobre el escenario, sin dejar escapar un solo detalle rítmico. Y la progresiva subida de tono se iba haciendo notar en el ambiente porque después de esta le siguieron otras dos que no tienen desperdicio alguno en directo. Si este nuevo disco lo abre la canción más tranquila que tiene este trío entre su repertorio, el anterior lo hace ‘Visitantes’, una de las más cañeras habidas y por haber. «I’m ready now», dice la letra, pero ahí ya estábamos preparadísimos desde el primer segundo, gracias a unos maestros de la locura como ellos.

Desaparecían después del escenario y por arte de magia al regresar lo hacían con otros dos componentes bajo sus filas. Hacía su aparición estelar Deivhook a la batería y el hermano de Jose, Jesús, en otra algo más pequeña. A todo esto, José nos sorprendía a todos en calzoncillos, con una gorra, y alzando la voz a ritmo de ‘Hijo De Puta’, ese insulto que todos nos guardamos más de una vez por educación (¡hola, Roby!), que tantas veces deseamos decirle a alguien, y que cuando nos dan la libertad de poder soltarla a grito pelado, recuperamos todas esas veces que nos lo hemos tenido que guardar en el pecho. Pues imaginad una Joy Eslava entera en ese plan.

Nos querían engañar pero aún tenían ganas de hacernos sudar. El encore venía, como no podía ser de otra forma, con ‘Búfalo Blanco’, un corte que ya se ha convertido en una clara referencia y signo de identidad del grupo. Lo vivimos con muchas ganas, no hay otra forma de vivir algo como esto. Irresistible. Para llegar al clímax de la noche nos dieron aún más leña con ‘El Fugitivo’. Algunos choques de manos en las primeras filas, un brindis y agradecimientos por haber llenado la sala.

Pero los agradecimientos se los damos a ellos por su manera de contagiar al público con esa energía propia de ellos, por esa evolución en su sonido que tanto nos ha gustado y por ser los grandes y putos Sexy Zebras.

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