Crítica: Vetusta Morla a las riendas de un nuevo corcel

Diego Rubio Méndez

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El cuarto disco de Vetusta Morla es a la vez su primero, el primero de algo más grande y espectacular


«Soy lo que ves, solo un indicio, no reconozco mi propio carnet / Soy lo que ves, solo el principio, busco las riendas de un nuevo corcel». Toda ‘Deséame Suerte’ arranca Mismo Sitio, Distinto Lugar ofreciendo el manifiesto de este giro copernicano que no es sino darle la vuelta a la misma moneda y meterla luego en una buena cartera; basta ya de aquel monedero viejo y con tantos recuerdos como agujeros y descosidos.

Principios y direcciones son piedra angular de un disco que no por nada se llama Mismo Sitio, Distinto Lugar y que planta a Vetusta Morla viajando por el mundo para grabar (Nueva York, pero especialmente los berlineses Hansa Studios en los que David Bowie concibió su «trilogía de Berlín») y trabajando con Dave Fridmann (la masterización ha corrido por parte de Greg Calbi; casi nada), responsable de la mezcla de algunos de los discos más icónicos de la historia reciente, pero también en un lugar quizá más elevado como observador de su propia realidad. Más inteligentes, más finos, con la clarividencia del que ha conseguido mirar con perspectiva desde el ángulo que da la distancia.

El cuarto disco de la anciana tortuga no es generacional ni lo pretende, como si ocurría con Un Día en el Mundo. Tampoco pretende dar voz a nada ni meterse in media res de los problemas, como a lo mejor sí hacía La Deriva. Sí tiene en común con Mapas la experimentación, pero lo cierto es que MSDL se sitúa desde el principio en universo propio constituido para si mismo y para la ocasión. La pregunta es si este universo, ahora que el sexteto de Madrid tiene en sus manos las posibilidades con las que tan solo soñaban hace apenas diez años, es lo más cercano que han estado nunca Vetusta Morla de Vetusta Morla.

En ‘El Discurso del Rey’ dejan dicho «el rumbo que siempre quisimos tomar», otra vez conjuros direccionales, pero sobre todo empiezan a jugar con la ambigüedad más interesante del disco, la que camufla en forma de crítica política el propio análisis de su momento como banda: «Si aguantamos despiertos otra vez haré de la cuesta de enero nuestra rampa de lanzamiento». Musicalmente, el tema es de lo mejor, con unas guitarras tropicales que ya hubieran querido en algún momento de su carrera los Dirty Projectors y el final que convierte la voz de Pucho en un arrastre de sintetizador, y demuestra más claramente el trabajo de Dave Fridmann.

La banda pasó con él quince días rematando MSDL, y el genio neoyorquino les pidió las letras traducidas para acercarse más a su personalidad. Otro tema que lo ejemplifica a la perfección es ‘Palmeras en La Mancha’, una de esas rarezas que tampoco extrañan tanto de Vetusta Morla y en la que juegan con samples, sintetizadores, efectos y una producción caótica que no es más que una alegoría del propio tema, un trayazo surrealista que seguro hará las delicias de los fans en la gira que se viene. Pero es todo el disco, realmente, el que con su producción mete a la España indie en otra liga, la de los grandes colosos internacionales.

Que sean Vetusta Morla los que lo consigan no ha de extrañarnos. Son ellos, en el fondo, los pioneros de todo y los responsables, de un modo u otro, de que muchos de los que hoy estamos estemos aquí. Ellos allanaron un camino que parecía imposible, de piedras, zarzas y hiedras venenosas, con el cuchillo entre los dientes y a sabiendas de que daban un pequeño salto mortal. Y hoy, que toda una escena ha explotado detrás de ellos, otros recorren esa ruta otrora intransitable con inmerecida facilidad.

Son Vetusta los que siguen ajenos, los que siguen marcando sus propios pasos y reteniendo por tanto su dirección y su autenticidad. Nadie más que ellos mismos han reconducido las derivas que ellos mismos han decidido tomar, así que merecían hacer ellos uno de esos discos que se vende en la estantería de rock internacional en todos los stands de tiendas de discos. Al lado de Coldplay, a los que se acercan en ‘Guerra Civil’, de Muse, de unos Arcade Fire en los que se fijan para la transición ‘Te Lo Digo a Ti’‘Punto Sin Retorno’ o de Radiohead, que ya hace tiempo dejaron de ser una inspiración musical pero con los que sí se pueden empezar a trazar paralelismos en lo procesual y en cuanto a desarrollo (siempre con distancia y a falta de un Kid A).

Con todo, no puedo obviar que la primera parte del álbum, pese a destacar por la sorpresa del sonido, muestra a unos Vetusta Morla más desenfocados de lo que esperaba. Como un niño caprichoso en un cuarto lleno de juguetes nuevos, juguetón pero a la vez tembloroso e indeciso. Después de una crónica de la madurez anunciada como era La Deriva, sorprende ver a Vetusta sumidos un poco, aunque siempre con coherencia y con calidad, en la inmadurez, cometiendo pequeños errores de principiante. Pocos pero errores, al fin y al cabo.

Con el despliegue técnico y la infraestructura más ambiciosos de su carrera, Vetusta Morla ofrecen, sin embargo, su disco más breve, y quizá lo dejan todo en pinceladas, en brochazos, en nada que termine de coger cuerpo verdaderamente, perdiendo el rumbo en lo conceptual. El concepto, en fin, puede ser tan solo el que comentaba al principio: un discurso metalingüístico que plantea el origen, presente y dirección de la banda misma. Cómo las cosas, sin apenas moverse, se han trastocado tanto. Cómo ha cambiado todo sin haber cambiado nada. Como estamos, diez años después, en el Mismo Sitio, Distinto Lugar.

«Mismo Sitio, Distinto Lugar es un disco sobre ser una banda, pero sobre todo sobre ser una banda importante»

«Hoy tu recuerdo es un pájaro que bate sus alas detrás de mi» casi parece poner tierra de por medio con su propio pasado, como queriendo representar que cada momento es uno, que cada paso que den Vetusta Morla debe ser medido como el primero. Reinventarse siempre. Dejar el equipaje en la ribera y quemarlo, como dicen en ’23 de Junio’. El otro verso pertenece a ‘Consejo de Sabios’, donde también proclaman «caerán los imperios, caerán los estadios, pero antes tendrán que caer nuestros santos», ídolos y pasado, y ambas representan una versión 2.0 (tanto que a veces, por crecer, se quedan en pasajes más fríos) de dos facetas clásicas de Vetusta: la de la balada progresiva y la del costumbrismo folclórico, con el que también juegan con mordacidad en ‘Palmeras en la Nieve’ y sus samples del programa de radio satírico El Mundo Today.

Vetusta Morla lo tienen claro… «Seguiremos el sedal, sin fuel para regresar». La suya es «la inercia más feroz», la que surge de nacer cada mañana, de despertar siempre a un mundo nuevo. Mismo Sitio, Distinto Lugar levanta el vuelo de verdad cuando sus autores aceptan su propia condición, la que les sumerge de verdad en su propia vanguardia. Desde ‘Te Lo Digo a Ti’ (si era la gracia, no tiene ninguna que dure menos de tres minutos) no hay más que crecimiento y, probablemente, uno de los mejores trayectos discográficos en lo que llevan de carrera.

‘Punto sin Retorno’ representa aquel momento, en la que se asume por completo este nuevo nivel. Y totalmente crecidos en él descargan ‘La Vieja Escuela’, un bonito recuerdo a los ídolos caídos (homenaje explícito a los Clash, o a Bowie incluido: «prometo ser la voz de Major Tom buscando la señal») que además es la mejor canción del disco, en la que mejor se aprecia la personalidad Vetusta y todas su aristas junto con un sólido y contundente paso hacia delante, un kilómetro o dos por delante y perdidos en una carretera secundaria por la que han conducido todas las grandes bandas de la historia.

Mismo Sitio, Distinto Lugar es un disco sobre ser una banda, pero sobre todo sobre ser una banda importante, olvidando las raíces pero sin renunciar a ellas, con las putadas que ello puede acarrear. Sobre tener voz aunque uno no quiera, sobre asumir ese pequeño gran poder que conlleva una pequeña gran responsabilidad. «Si necesitas un gatillo, una mecha, un plan, puedes contar con mis palabras incendiarias», dicen en ‘Guerra Civil’. Quizá escenifique incluso aquel pequeño salto mortal que dieron cuando empezaron a enfundar mano a mano los CD de Un Día en el Mundo, desde el inicial ‘Deséame Suerte’. «Ha sido mágico haber llegado aquí sin un solo talismán».

Cuesta asumir una posición tan brutal, en el epicentro de un ciclón que arrastra siempre hacia delante, así que auguro que este es el primer paso de la toma de conciencia. De la revolución. Como gime el propio Pucho, «de la oración del violín principal al aullido del viento, del contrapunto al redoble crucial, todo nace en el pecho». En el pecho está la llama de la revolución… no hay mejor manera de acabar esta crítica que con los propios Vetusta Morla.


7,5 / 10


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