Crónica: Thurston Moore, vástago de la distorsión

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Thurston Moore, mito viviente y miembro de Sonic Youth, sacudió la sala Copérnico con su embestida de ruido


Thurston Moore aparece sonriente, casi tímido, oculto detrás de una descuidada melena rubia que le cubre medio rostro. Es alargado y reptiliano, incluso sus facciones son peculiares, viste desenfadado y tarda en ponerle la correa y colgarse la guitarra, y enchufarla. Cuando lo hace, como quien no quiere la cosa, ¿qué tal Madrid?, cuánto tiempo, comienzan a ondear arpegios como letanías, y el volumen va inundando la sala Copérnico. Empieza entonces un diálogo con la otra guitarra, la que porta James Sedwards, y la batería de Steve Shelley, compañero de Moore en Sonic Youth, y el implacable bajo de Debbie Googe, que milita en My Bloody Valentine, van conduciendo por la senda del post punk alarmista ‘Cease Fire’.

Controlan las embestidas, aún sutiles, y todo pasa por hacer más afilados los mantras de guitarra. Es hacia el final de ‘Turn On’ (claro, el propio nombre invita) cuando comienza a asomarse por la noche de Madrid el fantasma de la distorsión. Le susurra a Moore y a su pedazo de banda maldiciones en una lengua incomprensible, la de los vástagos del ruido, y ellos las transmiten a través de los pedales, retorciendo cada sonido del pescuezo y obligándolo a chillar en una jam de electricidad descabellada.

Se permiten momentos más melódicos como ‘Speak To The Wild’ e incluso la preciosa simplicidad rock, solazo de guitarra más “canónico” incluido, de ‘Smoke of Dreams’, pero en general el último Rock ‘n’ Roll Consciousness ha venido para reconciliarles con la distorsión, con elaboraciones intrincadas conducidas por alto voltaje como las de ‘Aphrodite’ o las de ‘Exalted’, con un desarrollo oscuro y pesado y un aire de mantras dhármicos que hace pensar rápidamente en la tormenta de Swans, otros jinetes del trueno.

Increíble que ni asome con rozar cualquier episodio de su repertorio legendario, que no parezca ni caer en la tentación. Thurston Moore ha sido un mito pero no le importa ponerse el mono de trabajo y meterse en un Copérnico, en contacto directo con la gente, casi como si estuviera empezando, como si nunca hubiera sido parte responsable de una de las descargas más imperecederas de la historia, la de Sonic Youth.

Se despiden, se marchan, vuelven y siguen sin ceder. Prefiere tocar ‘Heavenmental’, de su proyecto de avant garde Chelsea Light Moving, y convertir en su clásico la enorme y aristada ‘Ono Soul’. Suficiente para demostrar en una hora y media por qué es un mito viviente de la historia del rock, pero sobre todo uno de los músicos más auténticos de la historia.

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