Crónica: Vessels en Siroco, Madrid – El cielo de color rosa

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Quien no arriesga no gana, pero el giro copernicano de Vessels a la electrónica a veces les pone demasiado en peligro. Crónica


Hubo un día en que Vessels fueron una banda de post rock. Incluso nos siguen haciendo pensar con sus discos que mantienen ligeramente la atención puesta en la elaboración progresiva del género pese a haberse desplazado con más fuerza en su última referencia a la electrónica, un terreno que ya empezaron a pisar en 2015 con Dilatate. Pero en su directo desechan por completo la parte más paisajística de su catálogo y ofrecen algo más parecido a una sesión de techno ambient con trazas de trance y de IDM.

Incluso renuncian prácticamente a los temas vocales, en los que tanto han incidido en The Great Distraction. Solo tocan ‘Deflect the Light’, con la voz sampleada de Wayne Coyne de The Flaming Lips, y de las primeras del show, antes de abandonarse más por completo a la pegada. Llega con Dilatate y alguno de sus mejores temas, que son al final los que terminan sustentando el concierto.

Si ‘Everyone Is Falling’ o ‘Gløwer’ sirven más de introducción, por ser más brillantes, coloristas y sintéticas (las luces del Siroco de Madrid adoptaban la gama cromática espectral, azul y violeta del último disco), son ‘Elliptic’ o ‘Echo In’ las que calientan el ambiente y empiezan a poner a prueba los altavoces de la sala madrileña. A partir de aquí, sin embargo, con ‘Radiart’ o ‘Glass Lake’ la fórmula parece repetitiva y la configuración de la banda, cuatro integrantes repartidos entre una mesa de mezclas, un teclado y dos baterías, puede incluso pecar de excesiva, porque en algunos momentos todo pasa por ser la sesión de un dj.

Con ‘Mobilise’ preparan el final, emocionados de tocar en Madrid y disculpándose por el retraso de más de media hora con el que empezaron por un problema en el aeropuerto viniendo de Barcelona, donde tocaban la noche anterior, más apegados a bailar y con influencias más house y más synth, y se despiden por todo lo alto con la que es quizá su canción más reconocible, ‘4AM’. Los que ya están irreconocibles son ellos.

Sonido tiene de sobra, sí, pero quizás sin algo más de ambición cambiar la piel pueda convertirse en la decisión más arriesgada de sus carreras… Aunque dicen que quien no arriesga no gana.

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