Tedio y decepción en Las Vegas. O más bien LA, que es donde ha parido Russian Red el tercer largo de su carrera. Asistida además por un productor de reputación intachable, como es Joe Chiccarelli. Por ello y por la buena campaña promocional que precedió a Agent Cooper, muchos esperábamos a una Russian Red más madura musicalmente.

Y no. Lourdes Hernández ha querido incorporar a su fórmula (que hasta ahora bebía exclusivamente de los 50 y 60) el glamour ochentero de la New Wave, pasado por el filtro de The Killers y las más modernas Haim. Pero falla algo fundamental.

Si Agent Cooper fuera un equipo de fútbol, sería uno de esos con muchas estrellas, pero que no juegan a nada. Si fuese una peli, tendría un reparto millonario, pero una historia aburrida que todos hemos visto ya.

Que no me diga nadie que critico a Russian Red por su cambio de imagen o por ir de sexy. Al contrario, me parece muy bien; pero se le ha olvidado hacer un buen disco para acompañar su nueva actitud de mujer libre y feliz consigo misma.

Quizá uno de los problemas del álbum sea la inútil expectativa creada al venderlo como el «giro hacia el rock de Russian Red». Ya sabía que no iba a sonar a Deep Purple, pero al final hay más rock en la metralleta de la portada que en todos los temas del disco juntos.

Y no me vale por ejemplo ‘Anthony’. De nada sirve pedirle a Chiccarelli que le meta bien de guitarras, si el tema es tan blandito y anodino como un capítulo de Médico de familia.

Incluso en ‘Casper’, el exitoso single en el que Lourdes se soltaba por fin la melena, el ritmo acelerado es sólo una forma de llegar antes a ese anti-clímax para bailar pegados en la verbena del pueblo. Que tampoco pasa nada (la canción hasta funciona), pero nos revela que otra vez estamos ante la misma Russian Red de siempre, la que cargaba guitarra acústica y cantaba folk monjil a lo María Ostiz.

Vamos con lo bueno, que lo hay. ‘John Michael’ es el tema más redondo del disco, seguido de cerca por ‘Michael P’ y ‘Casper’, y muchas millas por delante del resto del álbum. Como única pega, es un calco de la fórmula ganadora de The Killers. Pero si los de Brandon Flowers hubieran firmado este tema, ya estaríamos leyendo frases tan tópicas e insoportables como «The Killers lo han vuelto a hacer», etc. Pues esta vez lo ha hecho Lourditas.

En el debe de Agent Cooper, todo el resto del disco. Una serie de melodías flojas y temas que se alargan sin motivo, regocijándose en arreglos que no aportan nada importante; en definitiva, falta sustancia y sobra producción.

Siendo benévolos, no pasan de meh temas como ‘Stevie J’, ‘William’ o ‘Tim B’, balada de pretensiones épicas que cierra el disco. Pero al menos no llegan al nivel de somníferos tan potentes como ‘Alex T’, ‘Neruda’ o ‘Xabier’ (inspirado según las malas lenguas en Xabi Alonso – si es así, opino que el mediocentro madridista del Bayern se merecía algo mejor).

Agent Cooper, lejos de consagrar musicalmente a Russian Red, deja un tanto coja y vendida su discografía. Es un inesperado paso atrás con respecto a Fuerteventura, su álbum «Belle & Sebastian», en el que la idea y las canciones funcionaban mucho mejor.

Queda por ver si Agent Cooper encontrará la salvación en el directo. No me queda duda de que este verano el público festivalero coreará con ganas un par de sus singles (aunque en los comentarios me han dejado una opinión que no deja muy bien parados sus conciertos). El resto de temas se irán evaporando, mientras Lourdes prepara la tercera reinvención de su sonido. Para el próximo disco, tocan los 90.

Nota bandálica: 5,5