Es un viernes cualquiera en el centro de Madrid, pero en la Sala Arena se cuece algo muy gordo… Y es que Sala Elassir, Kjetil Hallre, Nacho Mur y Josele Luna tenían algo muy fuerte que contarnos esa noche. Se llaman Sala & The Strange Sounds y hace bien poco que les conozco, pero su música es tan revitalizante y adictiva, que cuando escuchas una canción suya la cagaste porque sabes que no podrás parar.
Tras la actuación de Daniel Campillo, estos cuatro muchachotes se pusieron sus mejores galas y se lanzaron a un público del que consiguieron desatar progresivamente su locura mediante temazos. En primer lugar un Sala de lo más trajeado hizo su aparición sobre el escenario de la Sala Arena para desenfundar su ukelele y empezar a entonar ‘Kali Ali’, para mí una canción súper entrañable, que nos habla sobre algo de lo que todos hemos dudado alguna vez (o toda la vida), «¿quién soy, qué hago aquí?» Lo que sí sé es lo que hacía yo en ese concierto, entre otras cosas, quedarme alucinando con el increíble potencial que proyectaban sobre el escenario. En #Fotomatic no hay respiro, ya puedes venir con ganas de moverte, porque si no te las irán sacando ellos a la fuerza. Sonaron ‘I get fucked’, ‘Rock & Roll’ o ‘This old town’ un tema en el que acompañado con imágenes del oeste reivindicaban la música en directo que hace unos meses prohibía el alcalde de Valladolid mediante una ley. También ‘Now that we know’ y ‘Take it’, que más directa no puede entrar en acción, sin duda un bofetón en toda la cara.
Por absurdo que parezca, el momento de la noche fue el gran apagón. Improvisado sí, putada sí, pero también suerte por haber sido testigos de algo tan especial y épico. Mientras hacían gala de un temazo como ‘Shout’ la música decidía dejar de sonar y las luces esfumarse quedando únicamente visibles las de emergencia. Intento dos. Todo parecía volver a la normalidad, pero no. La luz de todo el edificio había decidido tomarse un descanso, quizá porque la energía que Sala & The Strange Sounds absorbían para volcar en el público era más de la que podía recargar. Se vivieron momentos críticos, pero en estos casos lo importante es la improvisación y a estos cuatro se les da de maravilla. Al borde del escenario se sentaba Sala con su guitarra acústica acompañado por los otros tres, Kjetil improvisando a su vez la percusión con el casco que llevaba puesto desde su aparición en el escenario. ‘Shout’ es un tema que sin duda merece ser escuchado en eléctrico total, pero la versión que se marcaron en ese momento fue de diez sin duda, la misma que la de ‘Fotomatic’. Todo ello, os recuerdo, prácticamente a oscuras.
Entre aplausos, vítores y halagos, la luz volvió. Y las guitarras, el bajo y la batería regresaron a lo suyo para seguir despedazando el disco. Otro gran momento de la noche fue la colaboración de Maryan Frutos (Kuve) para cantar con ellos ‘Yes Sir, I can boogie’, una canción que hizo saltar casi por los aires a más de uno. Por supuesto, no íbamos a quedarnos sin escuchar uno de sus grandes himnos por excelencia: ‘No way’. Como viene siendo costumbre en ellos, se embutieron la cabeza en bolsas de papel con agujeritos en los ojos y hasta con la expresión marcada gracias a unas cejas pintadas con rotulador. Y cuando el punto álgido del estribillo llegó, las bolsas volaron para volver a dejar sus caras al descubierto. Como no, ‘Margot’ también hizo su aparición estelar esa noche.
‘Fotomatic’ ya había hecho acto de presencia en la versión acústica con la que nos deleitaron durante el apagón pero no quisieron dejarnos sin la eléctrica, potente y arrolladora. Ahí estaba, una Sala Arena abarrotada cantando al ritmo de ‘Fotomatic’ mientras en el escenario se proyectaban imágenes de los selfies que la gente les había ido mandando a las redes sociales.
Tras una lluvia de aplausos y gritos de «ooootra» (la cual no pudo ser), fueron deslizándose fuera del escenario con una más que merecida sensación de haberlo hecho bien no, genial. O por lo menos eso me pareció a mí. Pero espera porque Sala Elassir volvió a subir al escenario para decirnos que hiciéramos todo lo contrario que lo que critican en el disco: un selfie con ellos. (Yo hasta conseguí salir en la foto y no sé ni como, luego os podéis entretener buscándome, si queréis. *Carita sonriente del WhatsApp*)
Y hasta aquí os puedo contar, porque no todo se puede expresar con palabras. La música de Sala & The Strange Sounds hay que vivirla y sentirla en directo. Tan fuerte que atrapa, tan ardiente que quema.