Perro tienen bacalao y tienen melodía

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Crónica del concierto de Perro en Joy Eslava. Tan tiernos que muerden


Dos años ya llevan girando Perro Estudias, Navajas, su segundo trabajo. Dos años que empezaron en Siroco y terminaron culminando ayer en Joy Eslava (Escenarios Eslava), con el epílogo de esta noche en Málaga. Dos años que han visto pogos, llenazos, vacíos y algunos conciertos míticos que te hemos contado en Bandalismo, como el de la tardecita del Ray-Ban en el Primavera Sound («Acercáos, yonquis del Primavera. Acho, que estáis apollardaos. Somos Perro, somos de Murcia y no mordemos») o el bolazo del SOS («Marlotina, hijos de puta»).

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Perro tienen ganas de sofá y por eso lo están dando todo en sus últimos conciertos. Entre chascarrillos, tópicos murcianos, vaciles y guitarrazos, el cuarteto consiguió poner patas arriba la Joy Eslava.

Arrancaron con ‘Viva El Porras’, ya clásico, y asestando desde el primer momento machetazos punk y mal comportamiento. El noise es su primera seña de indentidad, con otros trallazos como ‘Catán’ o ‘Azul Mayoría Absoluta’ (también hay espacio en Perro para la sátira política). Poco a poco van suavizándose, mostrando sus cartas (que no son pocas) y empezando a cambiarse los lugares, con Adrián y Guille, voces principales, alternándose en la guitarra y el bajo. Se desenvuelven también en ese pop de guitarras ruidoso que puede traer a Nueva Vulcano, Mucho o Disco Las Palmeras!, como demuestran con ‘Cuñao, Cuñao, Cuñao’ (tan Él Mató A Un Policía Motorizado), ‘Ediciones Reptiliano’ («disco chino, disco vasco» podría resumir el concepto en torno al que orbitan: noise del norte + cachondeo tontipop) o ‘Nueva Mufasa’.

Pero la zapatilla es clave en una banda que está sustentada por dos baterías en la mayoría de los temas. Adri también puede coger una de ellas y dejar a Aarón que se ponga a la guitarra y a la voz en los temas más punkarras, como ‘La Factura De La Luz’, o pueden convertirse en una formación de esquema más tradicional como en ‘La Reina De Inglaterra’ o ‘Droga Porro’, con solo Fran (el único fijo) a la batería y Aarón al teclado. Pero en general sí, Perro muerden pero bien, aplastan como un ‘Martillo’ y necesitan cuatro puños para desatar pogos entre los hipsters.

Del final están hartos hasta ellos. Es lo que tiene hacer un tema que te supera. La gente ya timidece ante su advenimiento pero siguen escuchándose los «Marlotina, hijos de puta» desde el fondo de la sala. No la vamos a tocar, no queremos tocarla, parecía pensar Adrián. O Aarón, que ya se había abalanzado sobre el público tras ‘OLRAIT’ restándole protagonismo. Y al final sí, después de un ratito de ruido… ‘Marlotina’, con Adri al teclado. Un viaje de ácido psicoespacial que acaba flipando entre las voces absurdas que invocan cromos de La Liga de los 90: Finidi George, Valeri Karpin, Jimmy Floyd Hasselbaink. La única pega: el sonido, que enmarañaba las voces y las hacía apenas perceptibles.

El Perro se echa la siesta y volverá con más ganas que nunca de morder.

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