Entrevistamos a Manel, que acaban de publicar ‘Jo Competeixo’, su cuarto trabajo y el primero con productor externo
Manel son parte de algo. Vaya esto por delante; la banda originaria de Barcelona y liderada por Guillem Gisbert se ha convertido desde la publicación de su debut —Els Millors Preffesors Europeus— en 2008 en el estandarte de toda una generación de grupos catalanes que han revitalizado la escena tanto a nivel local como a nivel nacional y que han alejado el pop en lengua catalana de ciertos prejuicios nacionalistas. Desde que tocaran en el Metro de Barcelona con el Primavera al Metro y triunfaran como completos desconocidos en el Primavera als Clubs de aquel año, no han hecho más que crecer y modificar en mínimos pero contundentes detalles su sonido pero, sobre todo, no han hecho más que cosechar éxito tras éxito y conseguir convertirse en la única formación que canta en la lengua de Ramón Llull que alcanza dos veces el número uno en las listas de ventas —antes lo hicieron, sin repetir, Lluís Llach y Joan Manuel Serrat—.
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No son los primeros; antes vinieron los Antònia Font de Joan Miquel Oliver o los clásicos Sopa de Cabra y Els Pets, pero sí se han convertido en los abanderados de Mishima, Els Amics De Les Arts, Espaldamaceta o El Petit De Cal Eril. Sin quererlo. Ellos se alejan del sentido de movimiento y hacen lo suyo: reinventarse a cada disco, pasar de un folk más atento a Sufjan Stevens —lo de Beirut parece ser más una invención de la prensa que han acabado sintetizando— a un pop más melódico y rítmico, y luego a un sonido expansivo más saturado en el que llegan a procesar la voz y a la inclusión de teclados.
Con el último trabajo, Manel lo han conseguido. Convertirse probablemente en la mejor banda en lengua catalana de aquel pequeño país del que hablaba Guardiola en esas ardientes previas de la Champions. Los barceloneses están en su Champions particular y, mientras los demás se dejan ganar, «Jo competeixo«. Traerse a un productor externo, llenarse de pop y marcarse una expansión tropicalista y electrónica está al alcance de los Arcade Fire de Reflektor y de los Vampire Weekend de Modern Vampires Of The City. Y de Manel. Los de Gisbert empezaron en el metro y ya van por el cuarto trasbordo. Siempre reinventándose a mejor. Aquí, en fin, construyen un homenaje a la melodía, al preciosismo melódico. Pop bien hecho, brillante, saltarín, tontorrón, delicado, entrañable y pegadizo. Garfunkel con ABBA, los Arcade Fire talkinheadianos, Brian Eno y hasta la épica tropical de Phil Collins. Sin excesos pero rodeándose de arrullos sinfónicos constantes; llamando a la acción desde la pista de baile.
Con motivo de la celebración del Día Internacional de los Museos, Radio 3 les incluyó en su programación especial en el Museo Reina de Sofía de Madrid y allí estábamos nosotros para hacerle a Guillem algunas preguntas.
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¿Cómo habéis afrontado este Jo Competeixo?
«La cosa más distinta que hemos hecho esta vez, para el cuerto disco, es trabajar con un productor externo, algo que no habíamos hecho nunca, y eso, claro, cambia mucho las cosas. Este chico con el que hemos trabajado —Jake Aron, que ha trabajado, entre otros, con Chairlift, Twin Shadow, tUnE-yArDs, Empress Of o Grizzly Bear— viene de una cultura totalmente distinta a la que nosotros, cualquiera de los cuatro, tenemos interiorizada. Eso es representativo de este disco y del nuevo sonido. Estuvimos grabando en Nueva York, rematando los temas… Hemos buscado abrirnos y profundizar en nuestro sonido. Con la voz nos ha ayudado mucho, por ejemplo».
¿Y las influencias? Porque se me ocurre un proceso parecido al de Arcade Fire o Vampire Weekend con sus últimos álbumes…
«No nos obsesionamos con las referencias porque fijarse en uno sería muy peligroso, se notaría demasiado. Entonces, lo que hacemos es dejar como una lista en la que todos volcamos música y la vamos escuchando durante la planificación de las ideas del disco, y durante la grabación. Sí, estaba Vampire Weekend. A Arcade Fire no los tengo muy escuchados pero Vampire Weekend sí estaba. Estaba Vampire Weekend, estaba LCD Soundsystem —‘Jo Competeixo’ o ‘L`espectre de Maria Antonieta’—, estaba Juan Luis Guerra —’La Serotonina’—, música andina —ese solo en ‘Sabotatge’—… También un rollo más tropicalista, más festivo. ‘Jo Competeixo’, sobre todo, nos sitúa en terrenos que nunca habíamos pisado».
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¿Un sitio para tocar?
«Uff es una pregunta muy difícil porque realmente cada concierto, o al menos eso intentamos nosotros, es una experiencia diferente y está sujeto a unas condiciones diferentes. Por ejemplo, aquí hoy ha sonado bastante bien, hemos salido muy contentos, pero ayer estuvimos por la tarde haciendo la prueba de sonido y no lo teníamos nada claro. O sea que tienes que adaptarte, y hace que puedas sorprenderte cada vez que tocas. Así que no hay ningún lugar favorito, todos pueden ser impresionantes».
¿Y las canciones? ¿Cómo afrontáis las que van a sonar en un concierto? ¿Cuáles preferís tocar?
En general, las canciones que prefiero tocar, yo personalmente, son las del nuevo disco porque tienes ganas de ver como suenan y te diviertes más tocándolas, con las expectativas y eso. Prefiero basar nuestros conciertos en las novedades, aunque luego también están las que podríamos llamar ‘felices recuperaciones’, canciones que a los dos, tres años se han convertido en favoritas del público y dan muy buenos momentos en directo, como ‘Teresa Rampell’ o ‘Al Mar!’. Que tú dices, ya desde fuera: “joder, pues está bien este tema”».
Vale. Por último, ¿hay algún tipo de obsesión con los temas familiares o es una paranoia mía?
«Es algo que prefiero no saber, de verdad —ríe—. Es posible, ¿tú crees? —vuelve a reír— Es posible».
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Con Manel, todo es posible.