Crónica: Fangoria pone en órbita a Granada

La diva de Madrid puso el broche a una jornada en la que el verdadero triunfo lo ostentaron las bandas de Graná


El festival En Órbita de Granada, que se ha trasladado desde la plaza de toros hasta la Feria de Muestras de Armilla, lindando con el barrio del Zaidín, defiende la idea de evento familiar y para todos los públicos, y en función de ella ha conseguido en esta segunda edición reunir a 6.000 personas de un amplísimo abanico de edades en torno a la música. Con un cartel relativamente ecléctico que pasaba por algunas muestras de futuro del indie nacional como Viva Suecia igual que por colosos tamaño Love Of Lesbian y clásicos como Fangoria, a lo que asistió verdaderamente este segundo En Órbita fue a un triunfo para la propia ciudad de la Alhambra, sus bandas y sus sonidos.

La tarde

Todo empezaba a eso de las dos de la tarde con Toulouse, que pillaba a mucha gente comiendo. Lo bueno es que desde fuera del recinto se escuchaba bastante claro (e incuso se veía el escenario principal), así que el parque de enfrente terminaba convertido, a primera hora, en un pic-nic colectivo, y a media tarde en un improvisado botellón. Ellos, a lo suyo, a desgranar su último y destacable Montemarte y a demostrar que son uno de los puntales más solventes ahora mismo de la escena granaína, en un escalón intermedio o en la plataforma de despegue. Una pena no poder disfrutarlos más tarde, con el sonido mejor ecualizado.

El mismo pequeño tramo de baches heredaron Viva Suecia. El volumen estaba altísimo y se entendía poco más que un batiburrillo, pero ellos fueron «ganando tiempo», creciendo como tan bien saben y dejando destellos que invitan a creer, que les acercan más a Los Planetas o a los Lori que a ese modelo tan imitable que es Izal. Sus progresiones a veces topan con una excesiva previsibilidad y facilidad pop, pero otras cortan como cuchillos orbitales y envuelven de un controlado y aparente ruidismo su chicle estilístico. No era su hora, vuelvo a repetir, y aún así echaron un poco más que el resto. Que este es el año de Viva Suecia ya no lo duda nadie. Todo por decir.

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Amatria era el encargado de poner banda sonora al lounge de después de comer, a los primeros gin-tonics digestivos con su synth inofensivo que alcanza mayor acidez en ‘Me Falta Algo’ o en ‘Chinches’, su pequeño clásico, pero buscando algo más contundente nos fuimos en busca del power pop marcial y post punkero de Satélite Virginia en el escenario Satélite, enorme descubrimiento en directo. Pop onírico pero vitalista y oscuro a partes iguales, estos chicos de La Chana coquetean con tópicos indie pop pero hacen los que quieren con ellos, los transforman a placer.

Cuando terminaron nos acercamos al escenario Planetario para asistir solo al fin de fiesta de Varry Brava, presentando su Safari Emocional con una propuesta cada vez más loca y sintética, muy apegada a la Movida Madrileña. A lo mejor todo estaba hecho para que se nos hiciera la boca agua esperando a Fangoria, cumbre viviente de todo ello.

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Y solo otro ratito pudimos ver a Quique González y Los Detectives, con su rock con toques fronterizos a lo Bunbury/Calexico, porque preferimos comprobar el excepcional estado de forma de la que es una de las mejores bandas emergentes de Granada: Harakiri Beach. Majos como ellos solos, los chicos de Motril facturan una new wave sintética y brillante que se asienta en el post punk y que juega con los sintetizadores a lo El Último Vecino, con letras surrealistas y con un bajo sereno y contundente. Presentaron tema de su venidero nuevo EP, donde además de Daft Punk están retratados Prodigy. De lo mejorcito del festival. ¿Por qué no están todavía en el Primavera Sound?

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Bajo el manto de Love of Lesbian

Miss Caffeina saludaban a lo que ya empezaba a ser el llenazo del En Órbita y pusieron al atardecer la banda sonora de su último Detroit, cuyo tema homónimo servía para abrir un concierto bastante descafeinado. Los de Madrid han adoptado la pose de estrellas pero todavía no le han dado a su directo la entidad que podrían darle temas como ‘Ácido’ o su pequeño clásico ‘Hielo T’, que necesitan algo más, y se pierde desarrollando temas menores del estilo ‘Desierto’. Y no ayuda hacer una mención innecesaria, que además se ha hecho tópico incomprensible, del reggaetón antes de comenzar ‘El Rescate’… «tum-tupa-tum–tu-pa» no quiere decir reggaetón, chicos; quizá sí «aquí hemos decidido parecernos a Camila«.

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Ojalá más oscuridad, más marcialidad en ‘Oh! Sana’, que es un temazo lleno de posibilidades. Supongo que acabarían con ‘Mira Cómo Vuelo’, la que les ha dado un justo lugar en la primera división del indie patrio, pero no le di tiempo al final por irme a ver a Koel al escenario pequeño, que en poco más de dos canciones me demostraron que van por ese mismo camino, el que lleva a Izal. Su propuesta, aún así, todavía retiene la autenticidad de los primeros momentos, un aura de pop incorrupto que espera con paciencia lograr la atención necesaria. ‘Efecto Bidireccional’, por ejemplo, mira a los ojos precisamente a Miss Caffeina, pero sus sintetizadores son más insidiosos y aquí no se echa de menos la oscuridad, que envuelve a la guitarra y al bajo. Otro triunfo para una Granada desatada.

A estas alturas ya se había retrasado todo y descuadrado los horarios, lo que fue una estupenda noticia para el desarrollo general del festival aunque nos dejara una espinita: hacer que Apartamentos Acapulco terminaran coincidiendo con Niños Mutantes, enfrentando así a dos generaciones de la música de Graná. Nosotros nos decidimos por Niños Mutantes por la cosa del momento, de encabezar un festival a pocos metros del Zaidín que les vio crecer y presentar su reciente Diez, que mira al alma pop de los mejores Sidonie. El bajo ha ganado protagonismo en su directo (ahí está ‘NM’), lo que es una estupenda noticia, y siguen coqueteando con Placebo (‘No Continuar’), pero lo que dejan claro es que son un fondista de lujo en la trayectoria general del indie nacional, dándose la mano con los dos grandes ausentes de la noche (estarán en el hermano mayor, el Granada Sound): Los Planetas y Lori Meyers. Cerraron con su gran clásico, ‘Errante (Canción Mutante)’, la prueba del algodón.

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Llevamos un buen rato hablando del camino del éxito del indie español, y a eso de la medianoche se subieron al escenario unos de los que ostentan cinturón de campeón. Love Of Lesbian siguen atrayendo nuevos oyentes con cada disco con un desparpajo propio de muy pocos (varias veces escucho en cada concierto suyo la frase de algún chaval emocionado diciendo «es la primera vez que los veo»), y en el concierto del En Órbita estuvieron inspirados para la media de lo que hacen últimamente.

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No estaba con ellos Ricky Falkner, lo que terminó resultando un tremendo acierto (a lo mejor hay aquí un artículo sobre lo mucho que le gustan el excesivo perfeccionismo y la sobreproducción), tocaron ‘Algunas Plantas’ (¿de verdad hay alguien que crea que es de las mejores canciones de Love Of Lesbian?), y presentaron con menor insistencia El Poeta Halley, del que con el tiempo ha quedado una estupenda canción como es ‘Bajo El Volcán’. Y sigue siendo una suerte para cualquier oído poder escuchar ‘Allí Donde Solíamos Gritar’ y ‘Club de Fans de John Boy’, esos dos titanes de la obra maestra que es 1999, y disfrutar de la pose y de la voz de Santi Balmes, tremendo frontman. Para el final dejaron la fiesta colectiva que es ‘Manifiesto Delirista’. Y la pista de baile preparada para la mayor diva de España…

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La factoría del hit: Fangoria

Factoría de hits, sí. Eso es Fangoria, o mejor eso es toda la carrera de Olvido Gara, la mujer detrás del mito de Alaska. Ya alabamos en su día su último trabajo, Canciones Para Robots Románticos, por devolver precisamente a las canciones el brillo ochentero de los primeros años, pero es que en el directo empastan con los clásicos de aquella época con una espectacular (nunca mejor dicho) naturalidad, pese a que la sombra del pregrabado penda sobre sus cabezas. No hay mejor credencial que arrancar con una depechemodizada ‘Rey del Glam’ y su «te has quedado en el 73 con Bowie y T-Rex» y desatar desde ese momento un fiestón de nivel Pet Shop Boys, con sintes espaciales, cuerpo de baile y cambios de vestuario que esconden bien que Alaska ya no está para demasiados trotes.

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‘Ni Tú Ni Nadie’, estribillo eterno de la historia de nuestro pop; ‘No Sé Qué Me Das’, eurodance zapatillero con tremenda potencia en directo, y ‘Geometría Polisentimental’, con intro sampleando ‘Funky Town’, vienen a representar en cierta manera tres épocas para la diva de la Movida y a demostrar que sigue teniendo una capacidad única para facturar clásicos trayazos pop atemporales que resonarán para siempre en los oídos de generaciones con inusitada actualidad. E ‘Iluminados’ me dejó rondando en la cabeza ‘¿A-Ha han vuelto?’ de los Lori, que podría hablar también de su apertura de miras.

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El lugar de ‘Absolutamente’ (la que hicieron con Saritissima Montiel) lo podría haber ocupado cualquier otra, porque la lista de éxitos infalibles ya es larga como las piernas de Mario Vaquerizo. Una pequeña muestra: ‘A Quién Le Importa’, himno gay por antonomasia, que hace un tridente aplastante con dos de las nuevas: el temazo (TE-MA-ZO) ‘Fiesta en el Infierno’, que debe de tener enamorado a Joe Crepúsculo, y la flamante ‘Espectacular’, que vuelve a los primeros 2000 pero siempre con su particular frescura.

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Terminaron ‘Bailando’ en una jukebox que sampleó varios clásicos de la historia de nuestro pop con el ideal del baile por bandera, desde el ‘Estoy Bailando’ de Las Hermanas Goggi al ‘Yo Quiero Bailar’ de Sonia y Selena y pasando por el ‘Bailando’ de Paradisio (que preferimos recordar por la versión de Astrud) y el ‘Toro’ de El Columpio Asesino. Con Alaska es fácil bailar toda la noche.

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