Crónica: Tras un cristal compuesto por dibujos vivos

El ilustrador Álvaro Ortiz y la banda Calavera lograron una exposición audiovisual total


Mucho tiene que llamar la atención algo que se celebra un domingo para conseguir que salgamos de casa, especialmente cuando el salir a la calle parece más un castigo esquimal que un placer. Un hecho que Bombo y Platillo lleva pretendiendo contrarrestar desde 2011. Y es que casi todos los séptimos días de la semana en el Centro Cívico Delicias se puede disfrutar en Zaragoza de un evento musical de gran calidad.

Para este domingo 10 de diciembre la propuesta era algo diferente a lo que nos tenían acostumbrados. La banda zaragozana Calavera sería la encargada de poner la banda sonora, mientras que el historietista e ilustrador Álvaro Ortiz incorporaría la parte visual. Pero claro, ¿banda sonora y parte visual a qué?

Nada más ni nada menos que a Exposición, el primer LP del grupo zaragozano publicado este mismo año. Una bonita casualidad que surgió gracias a Fernando Valero y Jota Lynnot, quienes propusieron a ambas partes montar un show en el que unos pondrían la música y el otro dibujaría en directo. Eduardo Pérez los invitó a participar en el ciclo de Bombo y Platillo… ¡y voilá!

El resultado fue la presentación del disco al completo —de una forma diferente a la tradicional (que ya habían hecho en la Sala López)— de Calavera con Álvaro, éste en el medio del escenario durante todo el espectáculo —con un foco fijo sobre él todo el rato— dibujando cosas que a veces tenían que ver con las canciones y a veces no.  Y lo cierto es que esta curiosa mezcla ni resultó ser tan sólo un concierto ni tampoco fue una presentación de dibujos a tiempo real. Fue un todo, una gran experiencia audiovisual.

Ante un Centro Cívico Delicias bastante concurrido —algo que ya preveía lo especial dela cita—, se produjo una simbiosis que consiguió transportar, como si de un viaje se tratara, a un público que debo destacar por su respeto total hacia los artistas de la tarde-noche. Hacía meses que no podía disfrutar de la música en directo de una forma tan pura y sin terminar el concierto conociendo las últimas anécdotas de personas de Zaragoza que ni conocía.

Lo dicho, un público que respondió de diez ante un recorrido cuyo formato es bastante acertado. Y es que, a pesar de que su duración está, obviamente, condicionada a la de Exposición (2017) y que resulta ser de unos tres cuartos de hora aproximadamente, resulta atractivo de forma constante y no logra cansar al espectador.

Y una de las buenas razones de ello es Álvaro Ortiz, cuya gran capacidad gráfica —además de complementar a la perfección las atmósferas que crean los cortes de Exposición— le permitió incluir varios guiños que crearon uno de los pocos sonidos que pude escuchar por parte del público durante todo el show: la risa. Aunque no fue el único también hubo —muchos— aplausos en cada una de las pausas, también hay que decirlo.

Desde ‘Esqueleto’ —que abre el disco— hasta ‘La vuelta a casa’ —canción que lo cierra—, se creó un ambiente maravilloso en cada uno de los temas. Cada uno de ellos se completaba con los dibujos de Álvaro como si de una relación simbiótica se tratase. De hecho, una muy parecida a la que mantienen los peces payaso y las anémonas, aunque en este caso, en vez de protegerse mutuamente, lo que logran es crear y generar una experiencia que va un poco más allá de lo audiovisual.

Y no puedo contar más. Las canciones las podéis encontrar en el Spotify de Calavera, los trabajos de Álvaro Ortiz en su web… pero los dibujos específicos del show —como diría M. Rajoy—, ya tal. Espero que en otras ciudades, aunque no voy a negar que el hecho de que se haya disfrutado primero en Zaragoza es algo muy bonito, también se pueda «exponer» dentro de poco este proyecto. Un proyecto hecho, como se puede apreciar desde el primer trazo y acorde, con mucho cariño.


Fotografías: Pablo Lafarga (@pablolafarga)

 

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