Reseñamos el paso del dúo de Toronto Death From Above por Madrid, una lucha constante entre un pasado brillante y un presente irrelevante
Dicen las malas lenguas que Jeff F. Keeler y Sebastien Grainger no se llevan precisamente bien, que prácticamente ni se miran a la cara, y no es lo contrario lo que transmiten sobre el escenario. «Are you ready?» y poco más antes de acometer ‘Nomad’ al principio del concierto y cero complicidad durante el resto. La misma que con el público, con quien estuvieron distantes y hasta cortantes: tuvieron que re empezar un par de veces ‘Never Swim Alone’ por sendos errores y, cuando a la siguiente alguien del público gritó «no la cagues otra vez», Grainger le contestó bastante borde «no la cagues tú, homie«.
Vale, que no es simpatía ni complicidad lo que le pides a una banda de garage. Le pides que atruene, en primer lugar, y Death From Above en muchos momentos y con poquitas cosas lo consiguen, que te lo digan mientras suenan ‘Turn It Out’ o ‘Romantic Rights’. Pero también hay otros ratos en los que se queda baja y hasta deslavazada la propuesta, especialmente en temas de su último disco, Outrage! Is Now, como ‘Freeze Me’, ‘Moonlight’ o ‘NVR 4EVR’.
Eso y que a veces les cuesta acoplarse bien a los cambios de ritmo, como sucedió en ‘Caught Up’, o los constantes gallos de un Grainger que desde luego no estaba en una de sus mejores noches, lastró un concierto que se negaba a dejar naufragar Jeff Keeler, implacable y poderoso (todo un killer) a un bajo que se escuchaba como un martillo afilando su perfil contra el acero.
Sorprendió además lo mucho que les costaba encajar en el set a las canciones de The Physical World, el disco con el que regresaron, parece ahora, más por necesidad económica que creativa, o el hecho de que se dejaran en Toronto ‘Trainwreck 1979’, ‘Government Trash’ o ‘Right On, Frankenstein’, mejores opciones quizá que ‘White Is Red’ o ‘Always On’. Mientras suenan reparo en lo mucho que cogieron para aquella segunda referencia de Deftones y de esa rama del alt metal.
Death From Above abriéndose al industrial en el Teatro Barceló pic.twitter.com/I0A2t0GCt2
— Diego Rubio (@diegorubio1992) 20 de febrero de 2018
Con las del primer disco caigo en lo bien que habían aprendido el dance punk, eso que luego llevaron a la enésima potencia LCD Soundsystem, ya en un lejano 2004. Y en que ofrecían así una forma bastante personal, casi única de ver el garage, más allá de seguir la estela que dejaban The White Stripes en su ascenso meteórico. Qué temazos son ‘Little Girl’, ‘Black History Month’ o ‘Pull Out’. Contundentes, arrogantes. Un alud.
Y qué diferencia con lo raso de mucho de su nuevo material. Lo que deja abierta la duda… ¿son necesarios Death From Above en 2018? Por si acaso, se permiten una fase del concierto, entre ‘Outrage! Is Now’, ‘Holy Books’ y ‘Freeze Me’, para la experimentación, que empieza incluso con un sonido industrial a base de caja de ritmos programada y con Sebastien cantando por primera y única vez fuera de la batería y está conducida por sintetizadores y pulsos oscuros. Como diciendo: «eh, que hacemos cosas nuevas, que hemos evolucionado… que todavía molamos». Para que no les pongas en duda.
En cualquier caso, humo. Molar hubiera sido entender que una de las canciones que mejor ha envejecido de aquel debut es una olvidada ‘Sexy Results’. Y es que están tan lejos del nivel de You’re a Woman, I’m a Machine que parece imposible que vuelvan a recuperarlo nunca. ¿Acaso es necesario?
Ah, otra cosa que a lo mejor no viene mucho a cuento (o sí): se meriendan a Royal Blood.