Ramón Rodríguez celebra diez años al frente del proyecto con el que ha vivido sus mejores años, The New Raemon. Le entrevistamos y buceamos en todos estos años, y nos paramos con él en los distintos altos del camino
Diez años no es nada, podríamos decir parafraseando aquella vieja canción. No es nada pero puede serlo todo, como en el caso de Ramón Rodríguez, que en 2008 arrancó el proyecto al que le ha acabado debiendo la vida, The New Raemon. En un año clave para la música española, tan clave como 1998 y haciendo válida de nuevo la peligrosa teoría de los ciclos hegelianos.
Ahora, diez años después, enfrentamos 2018 después precisamente de otro año revolucionario para la música de nuestro país, el 2017, y nos detenemos con The New Raemon, uno de los grandes estandartes de nuestra generación indie, en los pasos que ha dado su carrera, que al final pueden ser muchos de los pasos que ha dado la música de nuestro país para ser lo que entendemos ahora, para bien o para mal.
La primera pregunta es obligada: ¿Quema la memoria?
No. Porque a mi el error me parece una cosa positiva. Equivocarse y cagarla es muy importante para aprender y mejorar. A veces sí que piensas, joder aquí me equivoqué o lo que sea, pero ya no miro así el pasado. Soy producto del propio pasado, de procesarlo y de aprender a vivir con él.
En su momento fundaste Cydonia Records para autoeditar A Propósito de Garfunkel y a algunos amigos. Montaste la banda con Ricky Lavado y con Ricky Falkner… ¿de qué les conocías?
A Ricky (Lavado) de Standstill, que estaban en BCore también y ya éramos amigos. Y a Falkner le conocí a través de Gonçal Planas, que es el cantante de Mi Capitán, que era el técnico de sonido de Standstill entonces. Él me presentó a Falkner y a los Egon Soda, y al fin les saqué yo el primer disco.
¿Qué ocurrió entonces con Cydonia? Porque editaste dos de los discos más aclamados de 2008, precisamente el tuyo y el de Egon Soda…
Pues no sé. He estado 16 años con el sello y hasta hace un año ha sido más intermitente… el sello siempre he sido yo solo y siempre lo he financiado con mi dinero… yo he pagado las grabaciones, he pagado los discos… y si salía bien y recuperabas pues ya me bastaba. Pero llega un momento en que has perdido tanto dinero por amor al arte… lo tengo parado. A lo mejor dentro de un par de años lo vuelvo a activar, siempre por sacar discos de gente que conozco. Ya saqué el de Fran, y el de La Familia del Árbol junto a Nacho Casado, que también es amigo, hace un par de años. Sin mucha difusión porque como lo llevo yo solo llega un momento que tampoco tengo tiempo de dedicarle lo que debería. El grupo tiene presente que yo tampoco puedo hacer mucho pero que les sirve de trampolín para salir adelante. A mí que Egon Soda sea ahora un grupo reconocido me hace mucha ilusión.
¿Qué recuerdas de los tiempos de La Intrusa?
Pues tengo muy buen recuerdo porque ahí aprendí mucho. Era la primera vez que estaba en un escenario al servicio de una cosa más grande y donde yo no era la pieza central. Era una pieza de danza con música y cierta coreografía, y yo tenía unas pautas de entrar y salir pero no era el centro sino un complemento. Yo venía de muchos años de estar tocando en un grupo donde tú eres el centro, el motor y el centro de atención y aquello me gustó mucho.
Me han chivado que antes de Madeen hacías versiones de Faith No More…
Sí, eso era un grupo que teníamos algunos Madeen y hacíamos básicamente versiones de Faith No More donde yo solo cantaba, para pasarlo bien. También aprendí mucho ahí, a cantar, porque cantar eso no es fácil.
No me lo imaginaba.
Pues lo hacíamos guay, en plan «dale al play». Era la intención, hacerlo lo más parecido posible. Y eso, era un registro tan loco… lo pasábamos bien.
Has colaborado con Fran Nixon, con Ricardo Vicente, con María Rodés, con Martí Sales, con Manos de Topo, con Ricardo Lezón… ¿se te ha quedado alguien en el tintero, alguno que hayas estado a punto de cerrar?
Pues supongo que Jeremy Enigk de Sunny Real Estate. Siempre hablamos de que algún día haremos un disco juntos… yo creo que está más cerca que lejos.
No paras ¿eh? Evidentemente te gusta aprender. ¿Puede esconder eso algún tipo de inseguridad, la búsqueda de algo que te falta?
Es más por no aburrirme de mí mismo. Piensa que hace diez años que los discos los escribo y los arreglo solo; los músicos vienen a estudio y vienen a grabar lo suyo. Ni siquiera los ensayamos, trabajamos siempre sobre lo que yo traigo, y eso siempre puede ser muy aburrido. Escucharte a ti mismo cantando, haciendo otro disco. Por eso entre discos a veces lo que hago es oxigenar. Y cuando tienes la suerte de hacer discos con gente que admiras además aprendes mucho y no tienes el peso de que la obra recae en su totalidad sobre tu espalda, sino que es una cosa más de equipo.
Has editado prácticamente todos los trabajos de The New Raemon con BCore. ¿Por qué Tinieblas, Por Fin lo sacaste con Marxophone?
Porque quería probar otra cosa. Un poco como cuando te quieres ir de casa de tus padres. Por ver qué pasaba. Tampoco pasó nada y volví a BCore.
¿Cómo llevas eso que alguna vez has llamado el «reverso tenebroso» de la profesión?
Aprendiendo de los golpes, que los hay. Pero al final las decisiones las tomas tú, así que también es responsabilidad tuya. Si tú eliges irte a un sitio o trabajar con quien sea, tú has escogido, aprende a escoger mejor. O a lo mejor ya sabías escoger pero te tienes que arriesgar y tirarte a la piscina, y a veces sale bien y a veces sale mal y te recuperas y ya está. La vida es un poco eso.
Siempre has sido combativo. Hace diez años, al principio de la crisis, comentabas que el mercado discográfico estaba fatal porque la gente no tenía dinero y la vida estaba cada vez más cara. ¿Cómo lo ves ahora? ¿Ha cambiado algo?
Pues creo que ha ido a peor. Y por nosotros mismos puede ser, y esto va linkado con lo anterior. También somos nosotros responsables de que esto pase con nuestra pasividad. Somos cómplices. Y es un poco duro darse cuenta pero hay que darse cuenta. Las cosas cambiarán cuando la gente se de cuenta de que somos nosotros mismos los que podemos hacer que las cosas cambien, pero sobre todo uniendo todos en la misma dirección. Lo triste de la sociedad occidental es que su plan es dividir a todo el mundo. Está todo clasificado en equipos y todo son diferencias, en vez de pensar en las cosas que tenemos en común. Está claro que cada persona es particular, que tiene su mundo y que vive la vida en primera persona, en su universo, pero todos tenemos muchas cosas en común. Hacia ahí hay que dirigirse para que las cosas cambien.
La crítica que hace poco lanzabas contra SGAE, ¿va por ahí?
Sí. Sí, sí, sí. También tenemos nosotros la culpa de lo que pasa ahí. Los músicos nos estamos organizando ahora, que más vale tarde nunca, pero está claro.
¿Cómo lo solucionamos?
Buscando los puntos en común. Dejar de clasificarnos por grupos o estilos. Esa tensión entre las ligas del mainstream y el underground… al final todos estamos haciendo lo mismo, estamos en la misma profesión. Si uno genera más dinero o no no tiene nada que ver para mí. Estamos en el mismo barco. Lo que pasa es que como hay distintos intereses es muy complicado juntar a todo el mundo. Por eso te digo que ahí que ir a por los puntos de unión para cambiar en la medida lo que se pueda, si no no hay cambio posible. Es como el rollo este del «y tú más», o la cultura del zasca. Así no arreglamos nada.
¿Qué opinas de lo que ha pasado con Valtonyc?
No me parece bien que se censure a nadie. Eso no quita que yo no esté tampoco de acuerdo con las formas en las que se expresa en la canción. Creo que es un tipo que es inofensivo y que no se merece lo que le va a pasar. También era muy joven este chico cuando hizo esto, no sé si tenía 17 años, y también eso hay que valorarlo para hacer un juicio, quizá esa persona no tiene suficiente experiencia, etc. Se están cebando con una persona que escribió eso en un momento y en un contexto que no se está valorando. Que estés más de acuerdo o no con lo que dice no tiene nada que ver. Yo pienso que no es justo.
Bueno, paso a cosas más alegres ya, tranquilo. La banda que tienes ahora y con la que llevas ya bastante tiempo, ¿es en la que tú has encontrado la horma de tu zapato musical?
Es lo más parecido a cuando estaba en Madee. Una banda, un grupo de gente que se llevan bien entre ellos y que musicalmente se entienden y hablan el mismo lenguaje. Llevo con ellos desde 2015 y para mi es la banda definitiva. Yo quiero tocar con ellos mientras nos dejen tocar. Es como si fueran mis Bad Seeds si yo fuera Nick Cave (ríe). Eso es lo que quiero hacer con ellos, se notan los años tocando juntos cuando subimos a un escenario y eso es muy bonito.
Siempre has puesto una atención muy importante en las ilustraciones que acompañan a tus trabajos. Esta vez con Quema La Memoria además ha venido un libro con Paula Bonet… ¿de dónde viene ese gusanillo?
Pues porque yo quería ser dibujante de cómics. Es un poco la espina que tuve hasta que entendí que era un poco tarde para retomar eso y lo que hice fue escribir los guiones de los cómics que he publicado y buscar pues eso gente que los ilustrara. Y bueno al menos en ese sentido es como bueno guay al final he podido publicar un par de tebeos aunque no los haya dibujado yo, pero los ha dibujado gente que lo hace mejor. De ahí viene un poco este rollo visual mío, lo que pasa es que cuando me interesé un poco por la música y aprendí a tocar la guitarra me quede un poco ahí y dejé de dibujar, que es una pena, pero bueno. Al menos te queda esa sensibilidad y cuando hago los diseños intento tener ese olfato en buscar diseñadores o ilustradores que admiro, que tiene buen gusto y que saben traducir todo eso en una portada.
Has seleccionado tú mismo las canciones que han entrado en esa especie de «best of» que es la primera cara de Quema La Memoria. ¿Cuáles tenías claras desde el principio y por qué?
Por ejemplo ‘La Cafetera’, o ‘Sucedáneos’ o ‘Lo Bello y lo Bestia’ son canciones que deben estar porque a base de tocarlas vas viendo lo que a la gente más le gusta. Entonces intenté encontrar un equilibrio entre lo que la gente espera encontrar en un recopilatorio, sean neófitos o no, y lo que a mí me gusta. Lo que pasa es que también me condicionaba la duración de cada cara del vinilo, así que tuve que dejar algunas fuera porque eran demasiado largas, como ‘Devoción’, que es una canción que me encanta, del Tinieblas, Por Fin, la última canción. Dura siete minutos y pico y si la ponía tenía que sacrificar dos de las otras. Pasé unos cuantos meses haciendo playlist de ese disco, del disco 1. El 2 era más fácil porque era solo coger las canciones que no se habían publicado en vinilo, ponerlas ahí y hacer cuatro o cinco canciones nuevas o buscar en el ordenador algo que se pudiera poner ahí. Qué pena que el vinilo dure tan poco porque tampoco era plan de hacer un disco cuádruple, que el Jordi de Bcore me mata. Qué vas a vender el vinilo, ¿por 50€? Es que vale mucho dinero fabricarlos…
¿Ha habido crisis de los cuarenta?
Sí la tuve pero como a los 37. A mí me vienen las crisis antes. A veces le pasa a la gente, que te llega la crisis de los 40 y no te enteras. Lo mismo que la de los 30, que a mí lo mismo, me pasó con 27 o por ahí. También yo es que he sido muy precoz. Fui padre muy joven, con 19 años, mis hijas ya tienen 22 y 18 y mis amigos están con bebés, aunque yo tengo un bebé también, pero bueno, que ya lo tengo superado. Es bueno, porque después de una crisis siempre creces. Hay que estar a veces abajo, en el fango, para subir arriba. Si no no te das cuenta y estas constantemente mirándote el ombligo y sin salir del bucle.
Eres muy fan de Star Wars, de hecho una de tus hijas se llama Leia (se ríe). ¿Qué te parece la última?
Bueno a mí me gustó, pero con esto de internet que ahora todo el mundo es crítico de cine y todo el mundo lo haría mejor todo… mira, a mí la primera hora me aburrió un poco porque básicamente lo que hace es como situarte justo donde acababa la otra peli. En ese sentido es distinta a las otras porque cuando empiezan siempre ha pasado tiempo entre ellas. Aquí no, aquí es como continuista con la historia que vimos en El Despertar de la Fuerza, entonces claro esa primera hora para mí era inútil, en plan «ya sé que estos venían de aquí, que iban allí, que iban a no sé donde, ya lo sé». Y luego en la otra hora el tío empieza un poco a hacer lo que le da gana y ahí sí que me interesó más. Lo que pasa es que solo la he visto una vez, seguro que sí la veo otra te digo algo diferente. Y mola mucho el personaje de Mark Hammil, yo creo que hace un papelón, el papelón de su vida, vamos. Está fabuloso. La gente es como tan, tan talibán con esto… oye, que es una peli de Star Wars, que es Disney, que es una franquicia, sabes lo que vas a ver. Es como si vas al McDonald’s y esperas que te pongan un chuletón con ruballons. Es lo que es, una peli de aventuras, joder, y ya está.
Cuando «jugabas» con Leia y con Jazz a Germana, ¿te imaginabas a Mourn fichando por Captured Tracks?
No, era una cosa que hacíamos para pasarlo bien y de hecho el grupo ellas lo montaron por el mismo motivo. Yo me alegro mucho por ellas porque realmente el grupo mola, ya saliendo de mi papel de padre. La verdad es que es un grupo que toca muy guay, hay pocos grupos aquí de su edad haciendo algo parecido, quizá solo Belako, que es un grupo chulísimo también.
Mourn tienen incluso el favor de Pitchfork…
Yo creo que la única explicación es que el grupo es de verdad. Es la lógica que tiene, igual que ellos el grupo porque les gusta hacer canciones. Nunca han pretendido algo así y qué suerte. Están viajando por el mundo, tocando en sitios, les viene a ver gente de todo el mundo… pues que lo disfruten, oye.
El orgullo es eso, ¿no?
Claro, claro. Sobre todo porque las veo felices con eso. Aunque ya saben que la vida esta fácil no es, que es durilla. La gente solo ve un poco la euforia de cuando sales a tocar. No ve todo lo que hay detrás, la matada que representa haber llegado hasta ahí, el viaje, las horas, ensayar, montar… es durilla, la carretera es durilla. Pero bueno, como les gusta y saben lo que hay porque han tenido un padre que en cierta medida lo ha vivido, pues ya está.
¿Alguna razón por la que lleves en directo, que alguna vez te la he visto, la guitarra de Jazz?
¡Ah! La negra dices. Es que esa guitarra era la guitarra mía de Madee, lo que pasa es que le cambié el picador y se la regalé a Jazz. ¿Vale? Es la guitarra de Madee. Esa guitarra era mía, se la regalé a ella, entonces cuando ella no toca, como yo tengo otra Telecaster que se desafina un poquín, pues se la pido prestada. Pero es la misma guitarra.
¿Cuántos años puede tener esa guitarra?
Pues fácil 20. O 22. Y es una guitarra muy sencillita, es una Fender Telecaster American Standard, no tiene ninguna cosa especial. Pero me salió muy buena. De estas veces que te compras una que a lo mejor no es Custom Shop pero el mástil es perfecto, te suena cojonuda… bueno, es la mejor guitarra que he tenido, lo que pasa es que ella le cogió cariño y claro, no le vas a decir que no. También te hace ilusión que la toque ella.
Has terminado ya de grabar tu nuevo disco, en La Mina, con Raúl Pérez y con Charlie Bautista. ¿Qué podemos esperar?
Yo estoy contento con el disco. Ya quedé muy contento con Oh Rompehielos, la verdad. Así que el reto era hacer un disco que me pareciera tan bueno como aquel, y lo que he intentado hacer, porque esto ahora lo estamos terminando de mezclar pero yo llevo un año ya con esto, ha sido trabajar otras cosas en el disco. No quiero hacer el mismo disco, pero sí que me parezca igual de bueno. Lo que siempre intento es que el sonido se aleje un poco del anterior. Rompehielos era un disco con pocos elementos y mucho aire, la guitarra española, la batería y el bajo marcando el ritmo todo el rato, muy insistente y una cosa más percutiva, la voz con mucha reverb… mucho espacio. Y luego estaba Marc Clos con sus cachivaches que es lo que le daba un color especial al disco. Aquí he intentado huir un poco de eso y básicamente lo que me interesaba era: que fuera líricamente distinto, intentar escribir desde otro sitio que no fuera tan interno sino más de afuera; e intenar cantar de otra manera, a ver qué puedes hacer con la voz, intenta hacer otra cosa. Sonando a ti porque ya llevas muchos años cantando, pero intentando cambiar. Y yo creo que he encontrado algunas cosas guays ahí. Bueno ya lo verás, el disco es distinto al anterior pero yo creo que ha quedado muy chulo.
¿Para cuándo lo puedes tener?
Para septiembre. Pero yo creo que en mayo o algo así adelantaremos una canción.
Ya para terminar, y te dejo de dar la tabarra, ¿si tuvieras que hacer una infografía de los últimos diez años qué destacarías? ¿Con qué te quedas, al final?
Pues mira, a lo mejor con el principio. Tengo muy buen recuerdo del principio de la historia, cuando éramos Ricky Lavado, Ricky Falkner y yo. Luego Pablo, que se sumó a los pocos meses. Pues bueno, cuando estábamos gestando esto, que era una cosa que hicimos un poco así por amistad y cómo de golpe nos dimos cuenta de que, hostia, aquí están pasando cosas. No sabemos muy bien qué coño hemos hecho pero algo hemos hecho bien. Me quedo con eso que es como lo más bonito.
Cuando surge la magia no, cuando algo hace clic…
Sí, fue una época de como tres años tocando, esa banda también era muy guay, todo era muy fácil… tengo un recuerdo de que todo era eso, todo fácil, todo bonito, divertido… tengo muchas anécdotas en la cabeza de momentos de mucha risa, surrealismo, absurdidad total…
¿Alguno?
Nah, bueno, tenemos grabado uno de una vez que tocamos en Elche y que antes de tocar nos fuimos a ver el fútbol. Que yo no soy de fútbol, pero jugaba no se quién contra no se quién y quería verlo alguien, y fuimos de cubatas toda la tarde, y venga cubatas y venga chupitos y no se qué, y yo, como ya me conozco, pues bebo a mi ritmo. Y nada, que salieron a tocar pues súper pedo todos y nadie se enteró (se ríe). Y Falkner tocó descalzó. Tengo ese recuerdo de ¡Coño, está descalzo!
The New Raemon presenta Quema la Memoria el sábado 16 de marzo en Madrid.